Para continuar acercando a sus clientes los más recientes cambios sociopolíticos regionales que inciden en los mercados financieros, SURA Inversiones llevó a cabo el cuarto evento de su ciclo de seminarios online, denominado “Argentina: actualidad y crisis”, en el que repasó los desafíos que afronta el país vecino ante la pandemia del coronavirus (COVID-19).
“Conocer el impacto económico que está teniendo el virus en la economía de uno de los principales socios comerciales de Uruguay es de vital relevancia para nuestras decisiones financieras”, expresó tras dar la bienvenida a los asistentes, Gerardo Ameigenda, vicepresidente de SURA Asset Management Uruguay.
La actividad estuvo a cargo de Sergio Berensztein, el reconocido Doctor en Ciencias Políticas argentino que fundó en 2014 la consultora de análisis político y estratégico que lleva su apellido, en la que desarrolló las variables políticas, económicas y sociales que más influyen en el clima de negocios, para comprender las perspectivas de Argentina y la región, tanto a corto como a mediano plazo.
Berensztein inició su exposición explicando el contexto global actual, ante la pandemia del coronavirus, que generó en materia política riesgos de gobernabilidad, con refuerzos de autoritarismos y debilitamiento de liderazgos, a los que se añaden la incertidumbre de los conflictos comerciales, como las tensiones entre Estados Unidos y China. En cambio, las sociedades afrontan los desafíos de convivir bajo la “nueva normalidad”, mientras que “se intenta pronosticar de cuánto será la caída y cuánto demorará la recuperación económica”.
Particularmente en Latinoamérica, indicó que “esta nueva normalidad implica una nueva sobreadaptación en muchos segmentos, en los que algunos países tienen capital humano y capacidad de hacerlo, mientras que otros no tanto. No obstante, hay que tener en cuenta aquí que se acumulan nuevas demandas a sociedades que no estaban acumulando o que estaban caracterizadas por enormes cuestionamientos al orden establecido. Esto se estaba dando incluso en países considerados exitosos, como el caso de Chile, donde la explosión de manifestaciones desde octubre del año pasado está latente, y es un signo muy importante de advertencia para todos nosotros, porque esto se suma a las reacciones anticapitalistas, antiglobalización, que también habíamos visto en las naciones más desarrolladas”, argumentó Berensztein.
En el caso de Uruguay, su postura fue optimista y elogió la actuación del primer mandatario, Luis Lacalle Pou: “el líder hoy más legítimo y fuerte es el presidente uruguayo. Demostró ser muy hábil y tener una cintura propicia para mantener una postura flexible, adaptarse a las circunstancias y buscar siempre un contexto de mayor coordinación. El rol de Uruguay en esta oportunidad puede llegar a ser muy significativo, incluso redefiniendo las características de este nuevo Mercosur”, y agregó que, ante la tensa relación entre el mandatario argentino y el brasileño, “Uruguay y Paraguay deberán hacer un esfuerzo diplomático y político importante para mediar entre ellos, lo cual será una gran oportunidad para la región, para fortalecer el entorno”, lo que a su vez “posicionará al Uruguay”.
En tanto, señaló que en Argentina se espera una caída del Producto Interno Bruto (PIB) superior a la del año 2002: “estamos hablando de dos dígitos, alrededor de 15 puntos del PIB, con mucho desempleo y destrucción de empresas. Es un momento muy singular en el país, que, por supuesto presenta muchas oportunidades, porque el precio de los activos reales está cayendo mucho, están muy bajos, incluyendo el Real Estate, pero la incertidumbre es lo que explica la caída de los precios”.
Por otra parte, repasó algunos indicadores clave para comprender la situación política-económica del país vecino, que inciden en la capacidad de respuesta a este complejo contexto, como el Ranking de Competitividad Mundial realizado por IMD, un think tank con sede en Suiza en el que Argentina se ubicó en el puesto 62 de 63 países, superando solamente a Venezuela y en el que, a su vez, América Latina aparece como la región peor clasificada.
Además, presentó los Indicadores de Gobernabilidad del Banco Mundial de 2018, que analiza seis dimensiones: Calidad de las Regulaciones, Control de la Corrupción, Efectividad del Gobierno, Estabilidad Política, Estado de Derecho y Voz y Rendición de Cuentas.
“En los diversos Indicadores de Gobernabilidad, Uruguay está primero o segundo en casi todos, mientras que a Argentina le quedan varios factores por mejorar”, acotó al respecto.
El analista también hizo referencia al esfuerzo que está haciendo el gobierno uruguayo para atraer inversores, afirmando que su “gobernabilidad lo ayuda, dado que está primero en casi todos los índices vinculados al funcionamiento del sistema democrático” y comentó que se incrementó exponencialmente la cantidad de argentinos que desean vivir en Uruguay, ya que “el Consulado uruguayo en Buenos Aires tiene una lista de espera de ocho meses y medio”.
Finalmente, describió tres escenarios potenciales de lo que se puede esperar que acontezca en el país vecino, con consecuencias favorables, intermedias y negativas. El primero, implicaría un trabajo en conjunto entre el oficialismo y la oposición para brindar una respuesta coordinada y acertada frente a la crisis sanitaria y económica, alcanzando un acuerdo con los acreedores, evitando así el default de la deuda, que, a pesar de estar por tercer año consecutivo en recesión, permitiría una mejora en 2021.
En tanto, el intermedio requeriría una coordinación entre oficialismo y oposición, pero con una respuesta subóptima; con un canje de la deuda exitoso pero desdibujado por los efectos negativos que provoca el COVID-19; o un fracaso en el canje de la deuda, pero con un control exitoso de la pandemia y el contexto económico, con una recesión en 2020 más profunda, postergando así la recuperación de 2021.
Por su parte, el escenario menos favorable redundaría en una descoordinación del sistema político, ocasionando un colapso en la gobernabilidad, acentuando los efectos de la enfermedad, que en combinación con el default llevaría a una crisis inédita en la historia del país, con una recesión en 2020 y en 2021, sin recuperación del nivel de actividad y consumo.
Al culminar la jornada, que contó con un espacio para preguntas de los participantes, Ameigenda cerró indicando que, a pesar de algunas mejoras, “sigue siendo un entorno desafiante, en el que sacar conclusiones de largo plazo genera dificultades. Por eso, es crucial tener claro los objetivos en nuestra industria y si se cambian, contar con la información adecuada para respaldar estos cambios, de lo contrario llevará a asumir más riesgos de los necesarios”.